Está todo preparado para que, el miércoles a mediodía, María Ángeles Grajal aterrice en Madrid con las cenizas de su marido, Jaime Ostos. El torero, que falleció el sábado tras sufrir un infarto de miocardio, se encontraba en Colombia disfrutando de unos días en compañía de sus amigos más íntimos.

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Se le paró el corazón a los 90, después de bailar y reír a mandíbula batiente. "Es muy doloroso, pero sé que se ha ido sin sufrir y rodeado de la gente que le quería", dice su hijo Jacobo en declaraciones a 20minutos.

Ha sido el joven, que tenía una estrechísima relación de complicidad con su padre, el que, tal y como ha podido saber este periódico, se ha encargado de hacer los trámites necesarios que solicitaban en Colombia para poder realizar la cremación. 

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Las mismas fuentes confirman que los restos fueron incinerados en la madrugada del domingo y estaba previsto que, durante la noche del lunes, sus amigos y su mujer se despidieran de él en un una misa funeral.

Toda la familia, al completo, tiene intención de reunirse en los próximos días para seguir estrechando los lazos que consiguió reforzar el torero, después de años de disputas, discusiones y enfrentamientos. "La verdad es que éramos una familia muy unida y lo consiguió él", recuerda Jacobo, visiblemente emocionado. No es para menos, pues todos, sin excepción, olvidaron los tiempos más convulsos para empezar una nueva vida.