Las pruebas 'imposibles' que Nicolas Cage superó para conquistar a Patricia Arquette

Una de ellas fue conseguir una orquídea negra. Y esa era la fácil. 
Patricia Arquette y Nicolas Cage.
Patricia Arquette y Nicolas Cage.
Cinemanía
Patricia Arquette y Nicolas Cage.

De Nicolas Cage pueden decirse muchas cosas, la mayoría de las cuales desafían a la lógica de los meros mortales. Pero algo es indiscutible: cuando 'Nic' quiere algo, lo consigue, sin importar que para ello tenga que jugarse su fortuna, su vida y su cordura (la que le queda).

De hecho, el sobrino de Francis Ford Coppola lleva dando pruebas de todo esto desde bien jovencito. Sin ir más lejos, cuando tenía 23 años y Patricia Arquette (18 por entonces) le impuso una serie de pruebas al filo de lo imposible si quería conquistar su amor. 

Tras su primer encuentro en el famoso Canter's Deli de Los Ángeles, el estadounidense perdió el oremus por su colega de Canadá. De primeras, ella rechazó sus avances, pero él no se dio por vencido y pronunció las palabras fatídicas: "Ordéname una misión". Arquette se avino a la propuesta, y, cual caballero andante, 'Nic' se lanzó a cumplir sus requisitos.  

Como ha narrado el propio Cage en entrevistas para Rolling Stone y Playboy, entre otros medios, la lista de requisitos de la hermana de David, Alexis y Rosanna se las traía. "Cuando me dio la lista, supe que era la persona correcta para mí, porque era muy inventiva y creativa", recordó el actor. 

"Quería una orquídea negra", recuerda Cage. "Quería un autógrafo de [el escritor] J. D. Salinger, y cualquier aficionado a la lectura sabe que Salinger no firmó casi nada en su vida. Quería un vestido de novia de la tribu Lisu, del norte de Tailandia, y una de esa estatuas de [las hamburgueserías] Bob's Big Boy. Así que me encaminé a mi búsqueda". 

De esta manera, Arquette descubrió que nada es imposible para un 'Nic' en modo hormonal. "Primero tuve que adivinar en qué calle vivía. Solo me dijo que el nombre rimaba con 'flower'. Lo conseguí", recuerda el actor. La siguiente prueba fue conseguir una orquídea negra, algo difícil, porque dichas flores no se dan en ese color.

Pero Cage no iba a darse por vencido si tenía a mano una orquídea púrpura y una lata de spray negro. Con ambos objetos en los bolsillos fue a casa de Patricia, y... "Llegué hasta su puerta y toqué el timbre. Ella no salió de casa, pero podía verla mirándome desde la ventana de arriba. De una forma muy llamativa, porque así soy yo, saqué la orquídea de mi bolsillo, después el spray, y pinté la flor de negro"

En comparación con aquello, lo de la firma de Salinger fue poca cosa: 'Nic' solo tuvo que desembolsar 2.500 dólares por una carta del autor de El guardián entre el centeno a la patrona de una pensión en la que se había alojado. "La metí en una caja de puros, con un albaricoque y un puro, y fui [hacia la casa de Arquette]. Cuando llegué, ella estaba jugando a la rayuela en la acera con sus amigas". Ay, qué tierno...

¿Y lo siguiente? "Era la estatua [de la hamburguesería]. Yo ya tenía la sierra mecánica. Iba a robarla y a plantarla en su patio delantero, pero ella se hartó y exclamó '¡Para ya!". No la culpamos. 

De esta manera, según recuerda Patricia Arquette, ella no tuvo más remedio que darle el sí al joven Cage, seguramente porque no quería llevar su muerte o prisión bajo su conciencia. Pero el destino les jugó una mala pasada: la pareja quería casarse en Cuba... y acabó quedándose en México por un problema con los billetes, debido a lo cual Cage sufrió un ataque de histeria en el aeropuerto. Ella le mandó a hacer puñetas. 

"Entonces yo estaba haciendo realidad mis fantasías sobre cómo debía ser un hombre interesante", reconoció Cage en 1999. "Quería ser impredecible y terrorífico, y supongo que lo era". Tras esta demencial ordalía, sin embargo, la pareja volvió a encontrarse en el Canter's Deli una madrugada de 1995... y entonces sí que nació el amor, sin histrionismos ni misiones absurdas de por medio. 

El matrimonio Arquette-Cage fue efímero, por decir algo: ambos se separaron en 1996, y rompieron sus vínculos legales cuatro años más tarde. Sin embargo, 'Nic' puede poner el epílogo perfecto a esta historia recordando cómo se presentó ella a la ceremonia nupcial: "Cuando [Arquette] se presentó en mi casa vestida de vinilo negro y llevando una gran tarta de bodas púrpura, sabía que ella era la mujer para mí". 

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