Este lunes, un cáncer cerebral se llevó la vida del célebre alpinista Doug Scott a sus 79 años. Una gran pérdida para el mundo del alpinismo y alguien que siempre será recordado por una de las hazañas de supervivencia más impresionantes de la historia.

El 13 de julio de 1977, Scott procedía a iniciar el descenso del Ogro, una montaña pakistaní de 7.285 metros en condiciones extremas.

En uno de los movimientos, se partió los tobillos contra la roca mientras colgaba de la cuerda que le asistía en el descenso de vuelta al pie de la montaña. Dolor extremo y una reducción drástica de sus habilidades para poder realizar con éxito la misión.

Con la convicción de que había llegado su momento de decir adiós al mundo, Scott contó con la ayuda de su compañero en la expedición Chris Bonington.

Juntos, y no exentos de dificultades, emprendieron entonces una carrera de fondo en la que la lucha por su vida era el objetivo principal. Bonnington se rompió dos costillas y se agravó por completo la situación de ambos.

Toda una semana tuvieron que emplear para regresar al campamento base, con las condiciones físicas que eso supuso para ambos, tanto por sus lesiones como por el deterioro, y la carga emocional de luchar contra la muerte en unas circunstancias como las que ofrece una montaña de más de 8.000 metros.

Por si fuera poco, el helicóptero que les rescató por fin se estrelló aunque, afortunadamente, sin daños -más- graves para ninguno.

Tras la extraordinaria hazaña, Scott continuó con su pasión, en la que era uno de los mejores y más reconocidos, hasta que, tras 45 expediciones, decidió pasarse a la organización y creó una fundación que recaudaba fondos para el Nepal. Toda una leyenda del alpinismo que supo esquivar a la muerte.