Griezmann y Kovacic, dos casos de 'falsa bandera' en la final del Mundial

Mateo Kovacic subió al podio a recoger su medalla de subcampeón envuelto en una bandera de San Antonio de Padúa, del que es creyente.
Mateo Kovacic subió al podio a recoger su medalla de subcampeón envuelto en una bandera de San Antonio de Padúa, del que es creyente.
EFE
Mateo Kovacic subió al podio a recoger su medalla de subcampeón envuelto en una bandera de San Antonio de Padúa, del que es creyente.

En todas las celebraciones de un torneo de selecciones suelen aparecer las banderas con las que cada futbolista se siente más identificado. Bien por puro amor a la tierra natal, bien por reivindicaciones políticas o por otras cuestiones, no hay festejo que no tenga una enseña nacional o regional al hombro o la cintura de los jugadores.

Sin embargo, en el estadio Luznhiki de Moscú hubo dos casos especiales. El primero fue el caso de Mateo Kovacic. El centrocampista croata, nacido en Austria, no sacó la enseña ajedrezada de su selección o la roja con la banda blanca central del país donde vino al mundo, sino una vistosa bandera azul celeste con ribetes y en el centro un santo. Kovacic tiene profundas creencias católicas, y es muy devoto de San Antonio de Padúa. Por eso, en un momento muy amargo como es perder la final, el futbolista se envolvió en el confort que le produce el patrón de los objetos perdidos, entre otros.

Bajo la intensa lluvia que caló a todos los presentes (menos a Vladimir Putin, que fue el único al que taparon con paraguas desde que empezó a jarrear), mientras todos sus compañeros de equipo llevaban la bandera de Croacia, Kovacic prefirió agarrarse a su San Antonio, en cuya parroquia de Sesvete él mismo ejerció de monaguillo siendo un niño. Su relación con esta iglesia es tal que ahí fue donde conoció a su mujer.

❤️ #svantunpadovanski Moj Ponos ❤️🇭🇷🙏🏻

Una publicación compartida de Mateo Kovacic (@mateokovacic8) el15 Jul, 2018 a las 11:52 PDT

Mucho más terrenal fue el segundo caso de 'falsa bandera' tras la final del Mundial. Su protagonista fue Antoine Griezmann, Balón de Bronce del torneo. El jugador francés nunca ha ocultado su querencia hacia Uruguay, hasta el punto de declararse uruguayo de corazón. La culpa la tiene su 'hermano' Diego Godín, que le ha contagiado la pasión por el país charrúa pese a que Griezmann sólo lo conoce de visita.

Cuando compareció ante los medios, un periodista le ofreció la enseña celeste y el delantero francés decidió enjugársela al hombro y seguir la rueda de prensa con ella puesta.

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