Jesús Maeso: «Los EE UU fueron diseñados por España»

El escritor Jesús Maeso con su última novela La rosa de California (CEDIDA)

En la última década -o quizá algo más- novelar la presencia hispana en lo que luego se llamarían los Estados Unidos se ha convertido en una corriente cada vez más presente en la novela histórica española. Tendencia que se ha visto culminada con la última novela de Luz Gabás, Lejos de Luisiana, ganadora del último Premio Planeta. 

Jesús Maeso, historiador y uno de los pioneros de la novela histórica española contemporánea, que ya había cabalgado aquellas tierras novohispanas en una de sus mejores últimas novelas, Comanche, regresa a ese camino con La rosa de California (HarperCollins Ibérica, 2022). Y lo hace con una ficción que conjuga el amor, el misterio y la aventura con la recreación histórica de aquel gran Norte español, desde California hasta Alaska. Por salir, salen hasta rusos.

Regresa al mundo de la Norteamérica española del siglo XVIII cuatro años después de Comanche, ¿por qué?

Hace años, cuando publiqué Comanche, pensé que planeaba una visión indigna de nuestra memoria histórica en los EE UU. Desde el siglo XVI al XIX, España determinó el destino de esta poderosa nación, donde las tres cuartas partes pertenecieron al virreinato de Nueva España. En sus territorios integramos al indio en el sistema social español y ayudamos de forma relevante con nuestra intervención militar a la creación de los EE UU, nombre impuesto por los españoles. En cierta medida, los EE UU fueron diseñados por España, que además le dio el nombre con el que hoy se conocen.

En La rosa de California, entre otros hechos, los protagonistas tienen también que afrontar la amenaza imperialista de la Rusia de los zares, ¿es solo una casualidad en este 2022?

Es meramente casual. La Rusia de Catalina II merodeó por los puertos españoles del océano Pacífico, el llamado «Lago Español», y siempre estuvo al acecho de la presencia hispana en las costas de Alaska, aunque permitió el asentamiento en la isla de Nutka, importantísimo para la comunicación de Hispanoamérica con Manila.

Los amores del embajador del zar con la española Conchita de Argüello… ¿fueron reales? ¿cómo los descubrió?

Muy reales, hasta el punto de que desde ese momento hasta nuestros días se crearon en Rusia poemas, obras de teatro, e incluso ballets, tomando como base tan singular amorío entre la bella y sofisticada Conchita Argüello, «la bella californiana», con el chambelán Rezánov, que además se convirtió en todo un acontecimiento de la época.

En esta novela hay mucha mezcla de géneros, además de lo histórico, romance, misterio, aventuras, Oeste… ¿Este género lo soporta todo?

No es cuestión de género, sino de creatividad y de llevar al lector a emocionarse, estremecerse y conocer su historia. Mi novela es como una matrioska -una muñeca rusa-. La mayor, una novela histórica, esconde otras de género negro, un western, una novela de amores y también episodios de aventuras de guerra, de viajes y de estudio étnico de las tribus indias con las que se relacionó la Corona, así como la vida de los indómitos dragones de cuera, héroes y protagonistas de esta novela.

La imagen que da la América española es de mestizaje, españoles y nativos luchan y se mezclan, indistintamente…

Ahondo en el sentir y en las costumbres de las tribus indias que estuvieron en contacto con los españoles durante tres siglos, en la fascinante vida de la nación yuma, de los navajos, aleutas y mojaves, cómo nos juzgaban, sus costumbres, hermandades secretas, casamientos, danzas rituales, vida marital, su devoción filial a los niños, los increíbles enterramientos, y sus diferencias con los frailes de las misiones -que acarrearon graves controversias. Como aseguraba Hugh Thomas: «La obra maestra de la civilización española en el mundo fue el mestizaje».

¿Es esta una novela reivindicativa?

Absolutamente. Cuando los primeros americanos angloparlantes se adentraron en el sur y el oeste de USA con sus carromatos y el Sétimo de Caballería para exterminar a los indios revoltosos, estos inmensos espacios ya habían sido hollados por los soldados y colonos españoles, que habían alzado ciudades, iglesias, fortines, ranchos y presidios, y aceptando al indio en su sistema de convivencia. Los indios que tuvieron contacto con España, aún perviven por miles, cuando los anglosajones lo que hicieron fue aniquilarlos. Según las leyes de Indias eran súbditos de la Corona española. Esta parte de la historia americana debía conocerse tanto en España como en los EE UU.

¿Cree que los EE UU están olvidando su memoria hispana de forma consciente?

Tras la Guerra civil y la expansión de los colonos hacia el oeste, se olvidó la herencia española, y nosotros, por incomparecencia, ayudamos a que se arrinconara. No obstante, historiadores modernos norteamericanos comienzan a valorar nuestra labor civilizadora y consideran al general Bernardo Gálvez, vencedor de los ingleses en Pensacola, como uno de los padres de la patria americana y su cuadro así lo hace ver en una de las salas del Capitolio, junto a fray Junípero Serra, fundador de las misiones, hoy florecientes ciudades de California.

Luz Gabás, Santiago Mazarro, Almudena de Arteaga, Álber Vázquez… Son muchos los autores que están recorriendo estos territorios de la América hispana en sus novelas, ¿cree que es una moda literaria y responde a movimientos más profundos?

Con Comanche, me cupo el honor de iniciar con una la novela histórica recreada en los EE.UU, ese recuerdo de nuestra presencia en los EE UU. Que escritores amigos y muy admirados por mí, hayan seguido ese camino literario, me parece un acierto y una satisfacción. La historia de América precisaba de una revisión y de una cirugía restauradora de nuestra memoria.

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